La canción de la estrella

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Había una vez una estrella solitaria, la cual vivía en un universo frío y oscuro. Para pasar el tiempo, la estrella tarareaba una canción.

Un día, la estrella tenía mucho frío, entonces sintió ganas de correr y lo hizo ¡Correr se sentía muy bien!, así que cerró los ojos para disfrutarlo más.

Como tenía los ojos cerrados, la estrella no pudo ver un asteroide que venía a toda velocidad y que, sin querer, la estrelló.

Hubo una gran explosión, parecida a fuegos artificiales, con colores brillantes que bailaban en el cielo: rojo, amarillo, naranja, dorado y plateado con un poco de azul, rosa y blanco.

Cuando la estrella despertó, se dio cuenta que estaba rota y uno de sus pedazos flotaba muy cerca de ella.

La estrella se sentía triste de ver a ese pedacito de ella flotando solo, así que lo empezó a cuidar. Lo arrullaba, le tarareaba y lo alimentaba con su propia luz.

Un día, la estrella dejó de tararear y empezó a cantar:

Mis días tiene más colores,

Colores que nunca conocí.

Dejé de correr, ahora canto,

Porque te tengo a ti.

Cuando la estrella cantó por primera vez, algo mágico pasó: el pedacito de estrella que ella cuidaba empezó a brillar con luz propia.

Era un brillo muy leve, así que la estrella le dio un abrazó y le cantó, mientras lo alimentaba con su luz. Entonces, poco a poco, el brillo de aquel pedacito de estrella se comenzó a hacer más y más fuerte.

Después de varios días, lo que antes era un pedacito de estrella ahora tenía vida ¡era una pequeña estrellita! Ahora tenía con quien compartir los momentos más especiales, brillar juntas y cantar canciones que hagan sonreír al universo.