Elisa en las estrellas

Inicio/Momentos/Cuentos: érase una vez/Elisa en las estrellas

“Has crecido sana y fuerte”, piensa la madre mientras observa a Elisa explorar. “Vas descubriendo el mundo a pequeños pasos, ríes con cada nuevo misterio que desenredas de la maraña del ruido y la luz.”. La ve recorrer la casa y aprender de las sombras de los objetos en las paredes, haciéndose fuerte a través del juego mientras se balancea, se agacha o trepa por los espacios.

Es bello verla así: jugando con sus manos diminutas a recorrer el mundo y el universo, intentando alcanzar los planetas, los cuales parecen girar con la magia de sus risas.

Elisa entonces agita un sonajero como su varita mágica, sintiendo con sus pies el cambio de las texturas del

En su pequeño gimnasio, un móvil con cohetes, planetas, estrellas y naves espaciales, Elisa surca sin límites las estrellas, viajando a la velocidad de luz entre piedras celestes, descubriendo el misterio de la creación en las figuras cambiantes.

Su madre es su copiloto, que aprende a soltarla de a pocos, cada día permitiéndole acceder al mundo y al juego, siempre cerca, para protegerla mientras descubre y crea n  mundos.

“Hace apenas unos meses estabas pegada a mi pecho y solo buscabas mi rostro para protegerte del frío, me hiciste conocer un universo de ternur .”, continúa la madre en su monólogo interno, mientras Elisa se mece de un lado a otro en el columpio.

“Ahora seguimos juntas, pero ya caminas por tu cuenta. Cuando caes, has aprendido a no llorar sino a reírte y lo intentas de nuevo, porque sabes que estoy a tu lado. Tomas mi mano para que te guíe, halas mi ropa para que te acompañe en una nueva aventura”.

Mientras Elisa se mece sobre su propio centro de gravedad, la madre piensa que así quiere recordarla siempre: descubriendo el mundo y sus misterios, mientras que con su lenguaje sin palabras, la invita a ella a descubrirlo también. Es una imagen hermosa que la acompañará durante años: Elisa, capitana espacial, jugando con sus manos a alcanzar el cielo.

Siempre estará protegiéndola, pero irá dándole su espacio para que Elisa encuentre su propia senda. Eso no quiere decir que dejará de darle todo su amor y abrigo, ni que se irá de su lado. Su amor seguirá siendo el mismo.

Algún día, Elisa dejará de halar la ropa de su madre para invitándola a explorar el universo,  conservará una de las naves espaciales que colgaban de su gimnasio para bebés, como recordatorio de cada aventura que vivieron juntas.

Completar con algo que haga alusión a las cosas que agarra, lo que sostiene, bailando para sostener el equilibrio, etc…

no es claro por qué entra esta parte, después de la idea anterior.